SALTO EVOLUTIVO

Inmundicia! Bajeza!

ARRODILLAÓS!

Soy tu Dios! Tu Creador! Tu Señor! Témeme!

Fui yo quien del barro te hice y con mi aliento te animé! No solo hice que tu naturaleza de sapo llegue a ser de mono, sino que hice que hasta tu cabeza sea mas grande! Te di leyes y sistemas, te di el poder de tomar de la naturaleza a voluntad y conveniencia! Te hice hombre!

Cosas como esta gritaba Dios, al menos durante unos millones de años... hasta que por el siglo en que mando a su hijo, entendió que debía cambiar de estrategia. En su “sabiduría” razonó que ya no funcionaba igual, ya no le tenían tanto miedo sus creaciones. Se dio cuenta que el hombre pensaba mas en lo que tenía, antes que en su culto de sumisión y la solución vino por si sola: volverán a adorarme, a través de las cosas! Porque yo le di las cosas y yo Soy las cosas!

Puso manos a la obra:

Al primer día, mandó a su hijo a re-fundar la vieja escuela. Este (im)puso principios, ideas, revolución!

Al segundo, manipuló las condiciones para que este parezca víctima de las condiciones que había creado, el cordero llorando porque quieren comerse tu tentadora y sabrosa carne...

Al tercero, le dio opciones de culto a sus creaciones, mas estas seguían viviendo en el barro y la inmundicia. Acaso recuerdos de sus épocas de habitante de ciénaga?

Al cuarto, hizo que la guerra inunde su existencia, el conflicto en contraposición de la idiotez sumió a todos en el nihilismo, los pocos héroes morían de olvido.

Al quinto, le mandó algo de luz a unos cuantos, los distinguió con un destilado especial, un líquido parecido al vino, que hizo aflorar el ideal de cambio, de progreso, de búsqueda.

Al sexto de tanta pereza se quedó dormido. Antes de que se oculte el sol, Dios se despertó y vio que había desperdiciado el día. Pero como culparlo, solo obedecía su propia ley?

Al séptimo se decidió a concluir la obra, le estaba tomando demasiado tiempo y esto lo tenía harto. Hay más cosas que hacer! -se decía a si mismo y en un arrebato de pasión exclamó- te di grandes ojos y grandes manos! Asqueroso ser humano, por que no los usas para ver y para tomar cosas!

Arrodíllate ante Mi, y luego levántate sobre tus piernas y camina, conquista! Eso si, ni se te ocurra civilizar... Asume el mandato supremo de convencerte de que necesitas COSAS, de que el intercambio es natural, de que estoy debajo de una piedra, si esa piedra la vendes o la usas para matar; de que te abrazo en cada vistazo que des al mundo y quieras cada vez más, una parte de este.

Y Dios abrió los ojos, y vio que era bueno lo que había creado.

Cansado pero satisfecho, miró a su obra y la bautizó: Yo, tu Dios, te doy el nombre de HOMO ECONOMICUS!!!!

Por último le envió esta sentencia: disminuid todo a números, haced de la creación un reto estadístico, cread unidades de intercambio y lucrad de lo inexistente, cread y dad muerte con la espada, porque no importa si quitas o das, sino cuantas espadas poseas! Usad vuestro puño para acuñar el hierro, haced ruedas que engranen con ruedas, moved al mundo pero jamás dejad de controlar tal movimiento! Encausad todo en el mismo rumbo, o sea, encausaos hacia MI!

Y el hombre pobló masivamente la tierra, la sometió y se sometió. Hizo máquinas y estas le dieron la ilusión de control, sobretodo aquellas que podían destruir inmensas cosas y cantidades. Pasó de temeroso a orgulloso. Desató serpientes ($) y algunos considerados “iluminados”, con complejo de arquitectos, pretendieron trazar caminos difíciles, para elevar el grado de ilusión que los ojos podían ver. Con el tiempo, se tejieron complejas redes, hechas de materiales de mentira. El interés (%) de algunos, fue el de ayudar a otros en la obra, dado que el que nace con estrella (de 6 puntas) tiene la obligación de ayudar a sus hermanos a vivir esta realidad.

Y el hombre se creyó amo y señor, pero en realidad eso solo complacía a su Señor.

He aquí en resumen el salto evolutivo o la elevación de conciencia: todo se resume en llegar a tener conciencia de medir y ser medido por lo que se tiene.

Al final, Dios pudo dormir hasta volver a necesitar un plan.