La locura es mala consejera
Dicta posturas amorales
Y actitudes lisonjeras
Y discute altaneramente
Con los hados inmortales
Los destinos de la gente
E incluso, delata inquietosa
Los miedos más profundos
Volviendo la mente recelosa
Y rotundo, es su desvarío
Que el demente no halla más
Que pervivir en desafío
Retando a los dioses a duelo
Incapaz de mirar objetivo
Y pisar firme el suelo
Y se vuelve destinatario
De opiniones insidiosas
De burlas, depositario
Y crea su propio mundo
En su interior, infinito
Volviéndose dios fortuito
Y en ese punto inabarcable
Levanta murallas de piedra
Volviéndose inmortal intocable
Y vivirá por siempre eterno
Como su propio dios increado
Rigiendo su mundo interno
Señor y dueño de su pensar
Fuera del fluir ajeno
Amo de su existir sin pesar
Y será de juicios impermeable
Y de moralinas libre,
De naturaleza inmutable
Y vivirá eternamente
Por los poderes proscrito
Vagando irreverentemente