¡Cuánta putería!



Yo no sé si sea una coincidencia de estos últimos meses, pero me llegan rumores por todos lados de las infidelidades de muchas mujeres. Y eso que trato de no prestar oídos a semejantes chismeríos, sin embargo, por más que censure la recepción de informaciones, de algún modo las noticias se dan el modo de llegar.

Yo no sé con qué cara algunitas se andan pintando de "decentes, puras y fieles". Incluso un par de casos de damiselas que lo dijeron en mi grupo de amigas, habiendo traicionado a sus novios ¡conmigo! y habiendo sido testigo las otras de lo ocurrido.

Les ruego disculpen semejante gesto de honestidad intelectual, pero no puedo dejar pasar la ocasión para manifestar mi repudio a la doble moral de muchas féminas que han pasado por mi vida. Con esto no pretendo atacar a todas... ¿o si? Porque cabe la pregunta: ¿todas las mujeres son infieles?

Yo pienso que no y lo afirmo rotundamente. Lo que no quita, que haya muchas que si, además de que ese porcentaje suba conforme pasa el tiempo y la inversión de los valores -anticipada hace más de un siglo por Nietzsche- siga avanzando. Estamos en las tinieblas del Kaly yuga y todo fenómeno es oscuro y confuso. Las mujeres se vuelven infieles como eran los hombres y los hombres se vuelven delicados como eran las mujeres de antaño. ¡Todo está alrevesado!

De este hecho podemos desprender una conclusión a priori: el hombre debe ser infiel como antaño, para retomar el orden del mundo. Vamos, hagan el experimento... y si consiguen que su mujer se vuelva femenina aplicando lo dicho, me pueden escribir al correo para agradecer.

De nada...

Les ruego se ahorren sus comentarios, si los mismos consisten en tildarme de intolerante, lo digo, porque yo mismo sería el primero en darles la razón: yo no soy tolerante con ninguna idiotez de la modernidad. De hecho, digo esto con muchísimo orgullo: yo no soy políticamente correcto ni beso las botas de nadie.