Crítica de creencias




Que fácil es criticar las creencias ajenas. La verdad, las personas que he conocido, capaces de criticar su creencia propia, las puedo contar con los dedos de una mano. Justamente esa es la parte perversa de criticar, en donde los juicios van encaminados "al otro", sin evaluar el de uno

Ver la paja en el ojo ajeno

No hablo de eyaculaciones en el órgano visual, sino de cómo la falsa seguridad que provoca el fanatismo propio, nos hace sentir en una isla de seguridad inamovible. Claro, si la "fe" es mía, ¿cómo habría de fallar o fallarme?

Pero, cuando uno habla con personas que hayan abandonado un culto, puede evidenciar la crisis que lo llevó a tal abandono. Curioso esto, porque nos revela que para salir de una crisis, se necesita de otra crisis... y así, se nos va la vida de crisis en crisis.

Tal ciclo kármico es obviamente inaceptable. Sobre todo, cuando a fin de cuentas, todos adoramos al mismo dios... o sea nosotros mismos y nuestras ególatras ansias de convencernos de que somos fiables en cuanto a creencias.

Lo cierto es que no. Ni siquiera los más asquerosamente materialistas dialécticos, dejan de adorarse a si mismos en estas tinieblas del Kaly yuga. Los imperios que se han levantado mediante las iglesias de la auto-creencia evidencian el estado pútrido en que la modernidad ha convencido a la masa, respecto de "ser individuo".

Si fueran realmente un individuo, no tuvieran siquiera fe en si mismos, porque lo que caracteriza a un ser completo en si mismo ES LA CERTEZA. No las creencias, y mucho menos, las creencias inculcadas o impuestas por terceros.

Solo quienes puedan fundar su lugar como individuo pueden hablar de certezas metafísicas. El resto, solo repite como fotocopiadora lo que le impusieron. 

Después de leer esto, suban una selfie a Instagram, un chiste en Facebook, de paso una foto en Snapchat, un twitt con frase postmoderna... y luego díganme que no se sienten dioses de si mismos...